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Era el Bárbaro del Ritmo

Era el Bárbaro del Ritmo

Ciro Bianchi Ross

 

El Benny, una de las producciones más recientes del Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos, fue vista en el país, a tres semanas de su estreno, por 223 581 espectadores. Como una “gran gozada” y “una fiesta para el espectador”,  calificó la crítica a  este primer largometraje del realizador Jorge luis Sánchez. Película “fastuosa”, como pocas filmadas en nuestro país, de esas “en que la conjugación de cada uno de sus elementos […] termina por concretar un espectáculo que cualquier público agradece. Historia en la que lo original y lo trillado –como la vida misma- se dan la mano en función de reconstruir una época y un personaje bajo los acordes de una banda sonora y una música (Osmany Olivares y Juan Manuel Ceruto) de altos vuelos y que valen ellas mismas la película”.   Renny Arozarena mereció el  premio Boccalino en el reciente 59º Festival de Locarno por su actuación en el papel de Benny Moré.

            ¿Quién fue ese hombre que a cuarenta y tres años de su muerte permanece vivo en el imaginario popular cubano y hace que decenas de miles de personas  quieran ver recreada su vida en la pantalla?   Es un mito de la historia musical.  El cantante cubano más popular de todos los tiempos. El Bárbaro del Ritmo, como le llamaron en su momento y se le sigue llamando en la Isla.  

UN ESTILO ÚNICO

Benny Moré fue el ídolo de los bailadores y de los amantes de lo genuinamente autóctono de la música cubana. Fue la alegría de la fiesta  y la compañía en los atardeceres melancólicos. En su repertorio, que abarcaba todos los ritmos de la música popular  –“Elige tú, que canto yo”, dijo  en una de sus composiciones- palpitaba nuestra alegría festiva y una cubanía auténtica, y en su voz  –alegre, violenta, sensual, triste- una síntesis del ser nacional.

            Benny halló un estilo único para sus interpretaciones y estuvo dotado de una voz providencial. Se dice que fue el cantante cubano más polifacético, que era capaz de florear, alargar, repetir frases de una canción sin alterar su ritmo, y que pese a que se desenvolvió en una época sumamente permeada de elementos foráneos en la música –que en lo tocante a armonización asimiló inteligentemente- supo mantenerse fiel a sus orígenes.

            Pero eso no es todo. Benny era en sí mismo, actuara o no, un espectáculo. Risueño, expresivo, espontáneo, ocurrente, cordial, agresivo cuando la ocasión lo requería, como aquella vez que, en Caracas, le rompió la cabeza a cabillazos a un empresario que se negó a pagarle su dinero. Vestía casi siempre con unas chaquetas que se alargaban hasta más abajo de la mitad del muslo y unos pantalones, sujetos por tirantes,  que comenzaban algo más arriba de la cintura. Un hombre penetrado por el ritmo melódico que interpretaba su orquesta, a la que dirigía con una serie de movimientos únicos que iban desde la suave contracción del brazo hasta una violenta patada contra el piso.

YO TENÍA FE EN MI VOZ

Bartolomé Maximiliano Moré Gutiérrez nació en Santa Isabel de las Lajas, actual provincia de Cienfuegos, el 24 de agosto de 1919. Fue el mayor de dieciocho hermanos. Su tatarabuelo había sido esclavo de los condes de Casa Moré. De ahí su apellido.

            Como su padre, Bartolo –lo de Benny vendría después- trabajó como carretillero. Un carretillero alegre y entusiasta que a petición  de sus compañeros hacía menos dura la faena del día con su canto. Tenía un oído y una voz extraordinarios y desde muy temprano aprendió a acompañarse con una guitarra.

            El adolescente quería cantar y la popularidad ganada con su voz entre sus compañeros de trabajo lo empujó a unirse a José Luis Bolívar. Dicen que el dúo Bartolomé-Bolívar era imprescindible en todas las serenatas. Luego rodó de conjunto en conjunto hasta que en 1940 decidió conquistar La Habana. Desde la región central de la Isla se trasladó a la capital en un camión cargado de coles.

            La Habana resultaba arisca  y Bartolo no era el único cantante que pujaba por hacerse de  un lugar ni el único que se iba a la cama con más hambre que sueño. Se integró al cuarteto Cordero y al conjunto Cauto, sin sacar provecho material, y se presentó en radioemisoras a cambio del pago del pasaje del ómnibus. En CMQ, en La corte suprema del arte,  espacio para aficionados que dio tantos valores perdurables, no gustó y le tocaron la campana a mitad de la presentación. Vendió hortalizas; fue yerbero. Estar en La Habana era su más grande ambición y la ciudad apenas le daba para vivir. Su ánimo, sin embargo, no menguó.

            Diría años después: “Había venido a conquistarla y no me daba por vencido. Había que oírme. Yo tenía fe en mi voz, en mis canciones”.

            Y con su voz y sus canciones y una guitarra bajo el brazo se lanzó a la calle. Cantó a los turistas y peregrinó por bares y restaurantes durante tres años, hasta que Siro Rodríguez consiguió que Miguel Matamoros lo escuchara. Al autor de Lágrimas negras y Son de la loma, entre otras muchas melodías emblemáticas, le gustó su voz, comprendió que la manejaba a las mil maravillas, que hacía con ella lo que le daba la gana y lo contrató para su conjunto como suplente suyo en la parte vocal, pero bien pronto lo dejaría actuar por su cuenta porque aquel muchacho era en sí mismo, decía Miguel Matamoros, el son entero.

TRIUNFAR EN SU TIERRA

1944. Con el Conjunto Matamoros graba  boleros, guarachas y sones sin que su nombre aparezca en la carátula de los discos. Un año más tarde viaja a México, donde -siempre  con el Conjunto- se presenta en los cabarets Montparnasse y Río Rosa. Matamoros regresa a Cuba, pero Bartolo permanece en México. Se cambia el nombre y ya como Benny, Benny Moré, canta en centros nocturnos y bailes populares y hace  de grabaciones con varias orquestas, entre ellas la del mítico Dámaso Pérez Prado, el creador del mambo.

            Su primer contrato en Cuba, luego de su regreso, fue en la Cadena Oriental de radio, de  Santiago de Cuba. Hace una gira artística por el este  de la Isla y el público no quiere creer que aquel hombre flaco, desgarbado, sin dientes es Benny Moré.

            Ya en La Habana, entra por la puerta ancha de las radioemisoras. En la RHC Cadena Azul consigue un éxito fenomenal y Radio Progreso lo contrata para que cubra la hora estelar en su programación diaria.

            En 1953 –después de haber cantado con las mejores orquestas cubanas del momento- decide fundar la suya, la Banda Gigante, “la tribu”, como él la llamaba, conformada por veinte y un músicos, que conjugó e instrumentó con paciencia y trabajo. Y con ella, en 1954, dio comienzo a una carrera vertiginosa.

            Triunfa la Revolución. Muchos artistas abandonan el país. Tratan de arrastrar a Benny; lo tientan con jugosos contratos. Los rehúsa.  Dice, categórico: “Ahora es cuando yo me siento un hombre con todos los derechos en mi país. De aquí no me saca nadie. No me interesan los dólares”.

            La identificación del público con el artista y de éste con su pueblo crecían por día. Con una expresión gráfica dijo a la prensa lo que sería una de sus últimas presentaciones: “Que Obras Públicas prepare los hierros para que arregle los huecos que los bailadores van a dejar en la calle”.

ME COGIÓ LA RUEDA

Treinta y tres de sus composiciones llegaron a estar en el hit parade. No estudió nunca música ni sabía leer el pentagrama, pero tenía una memoria prodigiosa que le permitía recordar, de comienzo a fin, todas y cada una de las melodías, y una tremenda intuición para darse cuenta de qué faltaba o sobraba en las piezas que montaba. A sus músicos les tarareaba el sonido que quería  sacaran a los instrumentos.

            Las malas noches, el alcohol,  las giras por el interior del país, los bailes populares, las presentaciones en vivo en radio y televisión, terminan por agotarlo. Está enfermo; sufre de cirrosis hepática. Apenas ingiere ya alimentos y, como tampoco puede beber, se unta las manos de ron para írselas oliendo. En  Colón, localidad de la provincia de Matanzas, sufre, antes de una actuación, una expulsión de sangre. Otra hemorragia, terminada ya la función, impone su regreso urgente a La Habana. Viene vomitando sangre durante todo el camino. Aun así Benny no quiere ir directo al hospital; insiste en que lo lleven a su casa para despedirse de los suyos. “Me cogió la rueda”, les dice. Llega al centro médico delirando y sin fuerzas para caer en un letargo del que no saldría jamás. Un promedio de 900 llamadas telefónicas por hora se reciben en el Hospital de Emergencias durante el internamiento del artista. Son inútiles los esfuerzos de los médicos. A las 8:45 del día 19 de febrero de 1963 todo había terminado para Benny Moré y una ola de dolor recorría el país de extremo a extremo. Cuatro comandantes del Ejército cargaron su féretro y un duelo musical se disponía en toda la Isla. No había cumplido Benny los cuarenta y cuatro años de edad.

            “Hermano, si muero fuera de Cuba, que me devuelvan, y si muero aquí, que me entierren en Lajas”, había dicho a un amigo. Así fue.

 

6 comentarios

Isabel Marlén -

"Benny era en sí mismo, actuara o no, un espectáculo". Creo que esta es una caracterización completa del Benny, así era, así siento que era. Su artículo ha permitid conocer más de su vida que la propia película a la que no se le quitan los méritos, pero creo k gastó espacio, la película, en recrear la situación política en la que se desempeñó Moré, el cual fue más artista que hombre de política.

Ricardo -

Hablando de épocas pasadas y cantantes cubanos quiero mencionar al también cubano Antonio Machín.

Este cubano en los años 50 fue muy querido y admirado en España. Sus canciones llenaban nuestras radios.

En España Antonio Machín fue un Dios, mientras que por el contrario en Cuba no lo conoce ni Dios.

Francisco de Alencar -

Benny Moré y Dámaso Perez Prado! Presentes en el alma musical de nuestra América
Latina!
Los recuerdos continuan vivos!

Francisco de Alencar -

Benny Moré y Dámaso Perez Prado! Presentes en el alma musical de nuestra América
Latina!
Los recuerdos continuan vivos

Francisco deAlencar -

Benny Moré y Dámaso Perez Prado! Presentes en el alma musical de nuestra América
Latina!
Los recuerdos continuan vivos

Francisco deAlencar -

Benny Moré y Dámaso Perez Prado! Presentes en el alma musical de nuestra América
Latina!
Los recuerdos continuan vivos!
Francisco de Alencar