Blogia
wwwcirobianchi / BARRACA HABANERA

El caso de la descuartizada

El caso de la descuartizada

Ciro Bianchi Ross

 

Las cosas iban de mal en peor. La ilusión que surgió, espontánea, una noche en la academia de baile “Galatea”, se había diluido en el fardo pesado de la vida en común, y en él no quedaba ya más que una atracción casi salvaje que lo mantenía atado a ella. A René Hidalgo Ramos seguía gustándole Celia Margarita Mena. Por eso se endemoniaba con aquella sonrisa suya al cruzarse con otros hombres, y con su andar ligero y cadencioso que la hacía blanco de todas las miradas cuando, en busca de la compra del día, se paseaba por los pasillos del Mercado Único de La Habana.

            Hidalgo había querido ser médico, pero tuvo que abandonar los estudios y encontró plaza en la Policía. Blanco, alto, de buena pinta. Un hombre educado, recuerda hoy Aida de la Torre, su vecina. Celia Margarita era una muchacha del campo que quiso probar suerte en la capital. Mestiza, oriental, pizpireta, aunque ni entonces ni después se escuchó decir que le fuera infiel a René… una muchacha obsesionada con poder usar los cosméticos de Mc Factor, precisa Aida. Al parecer, no sabía leer ni escribir, pues era René quien redactaba las cartas que ella remitía a la familia distante. Nunca llegaron a contraer matrimonio. Luego de residir en varios lugares, se instalaron en una habitación de la azotea del Edificio Larrea, en la Calzada de Monte, 969,  entre Pila y Matadero. Un pequeño apartamento marcado misteriosamente con la letra “D” en un inmueble donde el resto de las viviendas se identificaba con números. Era como una premonición: “D” de descuartizada.

Allí se cometió el crimen.

HALLAGOS MACABROS

El 19 de marzo de 1939 una noticia espeluznante ocupaba espacios en la primera plana de todos los periódicos de la Isla y se repetía con insistencia en la radio: en el registro de la alcantarilla de la avenida Séptima esquina a 2, en Buenavista, Marianao, había aparecido, cuidadosamente envuelta en  un saco de yute, una pierna de mujer. Los hallazgos macabros, con su inevitable envoltura, se sucedieron en el transcurso de los días en el Diezmero, en Guanabacoa… Una foto de la época muestra dos brazos y dos piernas  colocados sobre una camilla mientras son examinados por  funcionarios del Gabinete General de Identificación. En otra foto, la víctima, completamente desnuda y con  los pedazos superpuestos, ha sido reconstruida ya sobre una mesa de madera. Solo le falta la cabeza. Una cabeza que tardaría once meses en aparecer.

            Aunque parezca increíble, muchos afirmaban que no se trataba de un crimen. Durante largo tiempo, las especulaciones sobre los hallazgos fueron diversas y encontradas. Mientras detectives e investigadores, conducidos por Israel Castellanos, director del Gabinete, se empeñaban en esclarecer los hechos, había quienes lo conceptuaban, al no aparecer la cabeza, como una broma de pésimo gusto llevada a cabo, tal vez, por algún estudiante de Medicina que, por partes, había sustraído un cadáver del Departamento de Anatomía Patológica de la Universidad. Pero eso sí, debía ser el cadáver de una extranjera porque –chovinistas que somos- se decía que una cubana no podía tener los senos tan pequeños.

            Algo quedaba claro para los especialistas involucrados en el caso: los cortes eran limpios y precisos; la víctima había sido trucidada por alguien que supo hacerlo a la perfección.

APARECE LA CABEZA

Si los restos de la infortunada habían sido tirados en alcantarillas y cunetas, la cabeza aparecía en la letrina de una casa de la calle Dificultades en Surgidero de Batabanó. La encontraron unos muchachos que limpiaban el pozo negro. El hallazgo dio la primea pista. Celia Margarita e Hidalgo habían vivido en la zona cuando, como policía, él estuvo destacado en ese poblado. La familia de la casa en cuestión, a la que Hidalgo continuaba visitando, creyó reconocer a la muchacha en aquel cráneo, y un odontólogo, cuando la foto apareció en la prensa, tuvo la misma sospecha y la confirmó después de examinar la dentadura y confrontarla con la hoja clínica que conservaba en sus archivos. Celia Margarita Mena había sido su paciente.

            Con esos elementos, Israel Castellanos establecía de manera definitiva la identificación de la víctima y tiraba la línea que conducía a René Hidalgo.

            Faltaba detenerlo y que confesara.

DETECTOR DE MENTIRAS

Hidalgo fue el primer cubano sometido al detector de mentiras. Corría el mes de febrero de 1940 y con él se estrenó ese aparato en Cuba. No resultó difícil lograr su confesión. Se reconoció culpable, pero adujo que no había querido matarla. Había llegado a su casa, aquel apartamento marcado fatídicamente con la letra “D”, no encontró en ella a Celia Margarita e intuyó que se hallaba en un apartamento vecino. La hizo venir y de inmediato tuvo lugar una de aquellas escenas de celos tan frecuentes en la pareja. Para colmo, se comentó que en medio de la pelea ella exigía dinero para comprar sus cosméticos Mc Factor, rememora Aida de la Torre. Hidalgo golpeó a Celia, perdió ella el equilibrio y, al caer, se fracturó la base del cráneo. Intentó él incorporarla, no pudo; insistió, en vano, en hacerlo y pensó que estaba muerta. Sintió miedo. Una idea ocupó su mente ofuscada: haría desaparecer el cadáver. Arrastró a Celia Margarita hasta el baño, la desnudó y la metió en la bañera, y con una navaja de afeitar le propinó un corte profundo en la parte superior de la rodilla. El efecto de la cuchilla sobre los troncos nerviosos la hizo volver en sí. Celia Margarita no estaba muerta, pero no tardaría en estarlo pues Hidalgo, enloquecido, le asestó un tajo mortal en el cuello.

            A partir de ese instante el hombre vivió en un infierno. Siguió radicado en el lugar del crimen. A amigos y vecinos decía que Celia Margarita estaba en Oriente, con los suyos, y a la familia de ella seguía remitiéndole cartas en su nombre.

            La Audiencia de La Habana condenó a René Hidalgo a 24 años de prisión por el delito de asesinato calificado por la agravante de alevosía y le impuso dos sanciones más de tres años cada una por los delitos de profanación e inhumación ilegal de cadáver. Recurrido el caso, el Tribunal Supremo confirmó la pena por asesinato y rebajó a dos cada una de las condenas por los otros delitos: 28 años en total.

INDULTADO

No fueron pocas las voces que se alzaron en su momento a favor de René Hidalgo. Una parte de la prensa y también varios criminalistas abogaron por su indulto. Pero Hidalgo encaneció en el Reclusorio Nacional para Hombres de la Isla de Pinos, el tristemente célebre Presidio Modelo. Aún así, no extinguiría completa su condena: lo indultaron a mediados de los 50. Aunque hay versiones en contrario, su conducta como presidiario parece que fue encomiable y ejemplar.

            Ya debe haber fallecido. A comienzos de la década de los 70 laboraba todavía en la Terminal de Ómnibus de Santiago de las Vegas. Era un hombre taciturno y esquivo, de grave y retraída presencia.

            Ya en libertad, muchas veces se le vio pasar frente al Edificio Larrea, en la Calzada de Monte, comenta Aida de la Torre. Se detenía en el portal de la mueblería La Fortuna y desde allí miraba el hueco de la empinada escalera que conducía a la que había sido su casa, la misma donde asesinó a Celia Margarita. Luego, continuaba su camino, cabizbajo, agobiado por la pena.

1 comentario

Ricardo -

Hemos cerrado el año 2006 con el trágico balance de 68 mujeres asesinadas en España a manos de sus parejas. De ellas 47 eran españolas y 21 extranjeras.

A los dos años de la entrada en vigor de la Ley Integral contra la violencia de género se han creado 29 juzgados en exclusividad, se han puesto en marcha programas de rehabilitación de maltratadores, se ha creado la figura de un fiscal especial para perseguir este tipo de delito y de los 40.000 juicios contra el maltrato a mujeres el 72% han resultado con condena para el maltratador. El maltrato a la mujer ha dejado de ser impune.

La Ley no busca directamente erradicar los hábitos culturales y las pautas sociales que siguen alimentando el machismo -tarea del sistema educativo y de las familias, fundamentalmente-, sino proteger a la víctima del maltrato frente a su agresor y ayudarla a rehacer su vida.

En Europa entre 700 y 900 mujeres mueren al año por la violencia machista. Entre estas mujeres debemos contar con un porcentaje significativo de inmigrantes de países islámicos donde las han asesinado por causas tan nimias como mantener relaciones con un nacional europeo.

Solo 89 países de los que componen los estados miembros de las Naciones Unidas, entre ellos España, tienen una legislación especifica contra el maltrato domestico.

El 70% por ciento del maltrato que recibe la mujer lo es por su pareja, familia o su entorno familiar.

Un dato a tener en cuenta para entender que este problema no se puede solucionar solo con medidas judiciales, un número significativo de los asesinos, se han suicidado después de matar a su mujer.

Ningún país se libra de esta lacra. Insisto ninguno.