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El libro que quitó el sueño a García Márquez

El libro que quitó el sueño a García Márquez

Ciro Bianchi Ross

 

García Márquez no ocultó su entusiasmo apabullante y dijo que este libro, que era el que durante años, luego de la muerte de Allende, había querido leer,  le quitó  el sueño. Fidel Castro fue sintético en su valoración del volumen, pero igualmente elogioso: “Juro que si tuviera dinero pagaría la edición masiva de ese libro”, sentenció como un escopetazo.

            En una sala de la fortaleza de la Cabaña, abarrotada de público, durante la recién finalizada Feria Internacional del Libro de La Habana, dedicada esta vez  a Chile, Max Marambio (Santa Cruz, Colchagua, 1947) presentó la edición cubana de Las armas de ayer, precisamente el título que Fidel y García Márquez saludaban con aplausos. Aunque contaba ya con siete ediciones en cuatro países –y pronto las tendrá en México, Italia y EE UU- se trataba, al decir de su autor, de una edición  especial porque incluía un capítulo sobre la muerte de Allende y algunas páginas ausentes en las anteriores. Marambio los había rehuido porque quiso escribir con su información personal y presencial en los hechos, entre los que no se encontraba la muerte del Presidente. García Márquez era de una opinión diferente y le exigió, más que le sugirió, que lo hiciera. Aun así, Marambio siguió negándose: la estructura narrativa, arguyó, no aceptaría un capitulo intercalado con apreciaciones determinadas por el conocimiento acumulado después del suceso. García Márquez volvió a la carga entonces y destrozó sus argumentos. Le dijo: “Cágate en la estructura y escríbelo con las tripas”.

            Más de tres décadas y media después que el golpe militar pusiera trágico fin al proyecto de la revolución pacífica en Chile, Marambio narra pasajes desconocidos de la insurgencia armada en ese país y sus principales protagonistas. Es la crónica escrita por un testigo de privilegio. Tras entrenarse en Cuba como guerrillero, regresó a Chile a hacer la revolución.  Se vinculó al Movimiento Insurreccional Revolucionario (MIR) y tuvo que sumergirse en la clandestinidad. De ella emergió en 1970 para asumir, con 23 años de edad,  la jefatura de la escolta del presidente Allende. Al ocurrir el golpe de Estado eligió combatir en defensa de la embajada de Cuba en Santiago. Quedó solo en esa sede diplomática al retirarse la representación cubana y decidió salvaguardar las armas que allí quedaron hasta entregarlas a los que combatían a la dictadura. Rodeado por fuerzas militares y sin asilo reconocido, pasa Marambio diez meses  en la embajada cubana: la dictadura lo quiere muerto.  Con el transcurso de los días se le suman otros perseguidos hasta que logra salir, exiliado, hacia Suecia. De ahí, a La Habana. De todo eso se habla en este libro.

            Su larga vinculación con la Isla hace que la edición cubana de Las armas de ayer implique una carga emocional enorme para su autor. “Primero, porque soy un sobreviviente, y, entre otras razones, porque ese libro sobre mi vida es también sobre Cuba porque Cuba es parte de ella”.

            Un libro bien escrito, que atrapa y cautiva al lector desde sus primeras páginas. De innegable interés periodístico e histórico.  Pletórico de emoción y de recuerdos desgarrados. Pero no plañidero, sino donde hechos y personajes también se abordan con sentido del humor y desde una perspectiva crítica. Una crónica sobre seres sin historia, trabajada sin un ápice de ficción y que mañana engrosará la leyenda, que es la historia de los héroes verdaderos.

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