La Chambelona
Ciro Bianchi Ross
Caricatura de Laz
Ha recorrido durante décadas las calles de Cuba. Todos la hemos tarareado alguna vez o hemos participado del coro espontáneo que la entona. Estudiantes de secundaria básica, al igual que los de preuniversitario, dejan escuchar su pegajoso estribillo, que admite las improvisaciones más variadas, cuando acuden a jornadas productivas y no es raro que acompañe a participantes en mítines y manifestaciones. Sin ir más lejos, durante todo el verano y bajo un sol de justicia, en la escuela situada frente a mi casa, un grupo de niños ensayó los pasos y movimientos de una comparsa cuya música, en alguna de sus partes, dejaba sentir sus acordes. Los tiempos cambiaron, pero La Chambelona sigue siendo La Chambelona.
Es aquí, quizá, el canto popular más repetido de todos los tiempos y se le conoce desde que los liberales la introdujeron en su campaña política de 1916. La cantaron entonces con pareados agresivos y aun insultantes para el presidente García Menocal, y poco después, en febrero del año siguiente, daba nombre a una guerra civil: la llamada “revolución de La Chambelona”, cuando los liberales, capitaneados por José Miguel Gómez, se dispusieron a conquistar por las armas el poder que los conservadores le arrebataron en las elecciones. Si entonces La Chambelona fue un himno liberal, con el tiempo a todo político rapaz y demagogo se le llamó chambelonero, con independencia del partido al que perteneciera.
¿Qué la inspiró? ¿Se trata de una música original o adaptada? ¿Nació en Camajuaní o en Chambas? ¿Fue Rigoberto Leyva su autor? ¿Surgió realmente en 1916 en la antigua provincia de Las Villas y desde allí se desplazó a La Habana para inundar luego toda la Isla?
A estas interrogantes trataremos de dar respuesta este domingo.
VIEJA TONADILLA
Contra la opinión generalizada, dice Fernando Ortiz, la música de La Chambelona no es de origen africano; lo es solo el compás, que ha popularizado una vieja tonadilla española. De la misma opinión es el maestro Helio Orovio: la define como un canto popular en ritmo de conga, que utiliza la estructura de una vieja cancioncilla española mezclada con elementos rítmicos de origen congo. Ortiz añade que el nombre chambelona parece proceder de Chambas y que chambelona, según algunos, quiere decir música de Chambas, toponímico cubano que a su vez proviene de África, de Sierra Leona, específicamente. Esa supuesta procedencia no parece cierta.
A juzgar por lo que, en mayo de 1930, escribió el memorialista Ramón A. Catalá en su columna Del lejano ayer, que aparecía en el Diario de la Marina, su estribillo se conocía ya en los años 80 del siglo XIX. Fue en esa época en que el periodista Felipe López Briñas improvisó para el diario habanero La Lucha una redondilla que alude a dos gobernadores españoles e ilustra sobre la situación económica del país:
Desde que se fue Chinchilla / y ha venido Polavieja / yo no como mantequilla / ni tampoco ropa vieja / ¡Aé, aé, aé la chambelonaCon respecto a esta cuarteta, Ortiz puntualiza que no se sabe cuál fue su música, “pero el estribillo fue tomado de una canción entonces de moda, que el periodista aprovechó en su satírica copla”.
La Chambelona aparecerá como canto político en 1908, asegura Fernando Ortiz. Y lo reafirma Juan Manuel García Espinosa en un artículo que publica la revista Signos, de Santa Clara, correspondiente a julio-diciembre de 2005. Afirma García Espinosa: “La Chambelona se canta en Camajuaní por primera vez en octubre primero de 1908, al tomar oficialmente posesión de la alcaldía el médico Pedro Sánchez del Portal”. Dice además: “(…) se popularizó después en el terreno de la política, entre los liberales villareños, cuando (…) salió a la luz la misma melodía con una letra titulada La Chambelona, transformación de la original en texto y título, cuya paternidad se disputaban varias personas”. Según García Espinosa, el título original era el de La Chamberona por el sobrenombre que recibía, como veremos después, cierta prostituta de la zona.
Decía en su letra aquella melodía de 1908:
Pedro Sánchez del Portal: / Un alcalde sin igual / Elegido en su persona. / ¡Aé, aé, aé la chambelona! / Todo liberal ya grita: Yo no tengo la culpita / Ni tampoco la culpona. / ¡Aé, aé, aé, la chambelona.
Expresa, en Signos, el articulista: “Luego esta letra fue transformada, y se utilizaron diversos textos con el mismo verso final del estribillo. La Chambelona (…) –corrupción de Chamberona- y con la misma melodía de más de treinta años de existencia por entonces (cuando aún no habían nacido los que después se disputarían la paternidad de su música). Como ocurre con muchas creaciones de entraña eminentemente popular, su verdadero autor se pierde en el anonimato de los tiempos. ¿Sería obra del Homero tropical que le sirvió de popularizador?”
EL CIEGO MATEO
Porque por las zonas de Caibarién y Remedios, y también por Yaguajay, se movía un ciego oriundo de Chambas llamado Mateo. Se apoyaba en su bastón, un perro le servía de lazarillo y con una guitarra acompañaba sus canciones. Había sido barbero, pero al perder la visión a consecuencia de una enfermedad venérea, se dio en “inmortalizar” en sus versos a la prostituta que lo “premió”. Le llamaban, como ya se dijo, La Chamberona:
Una bella margarita, / Lisonjera y retozona / Con amor me dio una cita. / ¡Merecería una corona! ¡Aé, aé, aé La Chamberona1 Yo no tengo la culpita / Que la dulce picarona / Un día de Santa Rita / Me enredara en la encerrona. / ¡Aé, aé, aé La Chamberona!Guardaraya muy solita / Se llevó a la muy bribona / Con mi corazón -¡maldita!- / Sin dejarme luz… ¡Ladrona! / ¡Aé, aé, aé La Chamberona!La versión que sobre el origen de La Chambelona ofrece el periodista Cano Vázquez, si bien coincide con la de García Espinosa, difiere en algunos detalles. Cano Vázquez no menciona a La Chamberona, sino a La Tambelona, una llamativa mulata camagüeyana que traía locos a los hombres de Camajuaní y a la que los trovadores locales, con bandurrias, claves y maracas, cantaban endechas eróticas.
Pero sea esta la verdad o la del ciego Mateo, lo que está fuera de toda duda es que el músico Rigoberto Leyva Matarana (1886-1979) oriundo de Camajuaní y liberal entusiasta, tomó, en 1916, la melodía anónima, le agregó notas de su inspiración, le adaptó versos sectarios y le dio el título por el que se le conoce. La inscribiría a su nombre. Creaba así una conga cuyo arraigo estuvo muy lejos de imaginar.
Por aquellos días, José Miguel Gómez era visita frecuente en Camajuaní, donde vivía su yerno, el coronel Espinosa. En ocasión de una de esas visitas, Leyva y otros músicos interpretaron La Chambelona en su presencia y el ex presidente se entusiasmó.
Fue entonces que llegó a La Habana. Una tropa de liberales procedente de Las Villas descendió del tren en la Estación Central y, cantándola y bailándola, se echó a la calle con la intención de llegar a la calle Morro, donde residía Alfredo Zayas, candidato presidencial, por los liberales, en las próximas elecciones. La Policía adujo que aquello era “cosas de negros” e intentó detener la manifestación. No era esa la verdadera causa: aquel piquete de liberales, con los versos de La Chambelona, insultaba al general García Menocal, Presidente de la República, y a su esposa, la Primera Dama, Mariana Seba. Vano fue el intento de las autoridades por paralizar la marcha. A partir de ahí La Chambelona prendió en la nación como una llama en un polvorín,
CANTO POPULAR
Pero ¡ojo! Aquel himno liberal, adaptando sus versos, lo cantaron también los afiliados al partido contrario. Lo dice García Espinosa en su artículo publicado en Signos. En las elecciones de 1916 por el gobierno de Las Villas, cantaban los conservadores:
Carrillo se sentaráEn la provincial poltrona.¡Aé, aé, aé, la chambelona!Y ripostaban los liberales:
Yo no tengo la culpita / Ni tampoco la culpona: / Pedro Sánchez del Portal / Ocupará la poltrona. ¡Aé, aé, aé la chambelona!Nada de esto saben ni les importa los estudiantes que adaptan hoy los versos de La Chambelona a su realidad y se alegran y bailan al ritmo de esa conga. Al hacerlo reivindican un canto popular metido como otros muchos en el imaginario colectivo del país.
2 comentarios
Gerardo -
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spero te animes ;). Saludos
Ricardo -
¿Qué tiene el humor popular para que los gobiernos les tengan tanto miedo?
El hombre empezó a ser verdaderamente libre, allá en la antigua Grecia, cuando por fin logró reírse de sus más temidos Dioses. Cuando se percató que el Olimpo estaba lleno de dioses egoístas, envidiosos, ladrones, putas y puteros.
El ciudadano es totalmente libre cuando se puede reír de sus Olímpicos gobiernos, a veces tan ridículos y vanidosos.
Ahora empezamos los carnavales. Antes nos metíamos con el enano de El Pardo, ahora con el gobierno, oposición y la sempiterna iglesia.
Mejor que los periódicos de la dictadura era un semanario satírico: La Codorniz. Todavía recuerdo su pronóstico del tiempo que le costó una multa.
Pronostico del tiempo: En España domina un fresco general procedente de Galicia.
Por cierto antes de llegar a ser Generalísimo algunos compañeros de armas le llamaban cariñosamente Paca la Culona. Luego ya no. Claro.