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¡Ese negro es un héroe!

¡Ese negro es un héroe! Ciro Bianchi Ross

 La escena tiene lugar en el café El Cosmopolita, en la Acera del Louvre, sobre el Paseo del Prado. Sentados a una de las mesas varios jóvenes blancos, de distinguida presencia y elegantísimos con sus trajes a la última moda, escuchan con avidez el relato de un negro que puede triplicarles la edad. Avivado por la curiosidad de sus interlocutores el hombre evoca a Antonio Maceo y a Calixto García, alude a los tiempos en los que mandaba la escolta de Carlos Manuel de Céspedes y detalla el ataque a El Caney y la batalla de la Loma de San Juan, de los que fue protagonista.Quien habla es el mayor general Jesús Rabí, un combatiente de las tres guerras por la independencia de Cuba que no quiso ocupar cargos públicos durante la intervención militar norteamericana y que ahora, en la República, vive de un puesto de inspector de Montes y Minas. Uno de los que escucha con atención es Alberto Yarini, El Rey, el más grande y famoso de los chulos cubanos de todos los tiempos.Cómo y por qué se entrecruzan los destinos de estos dos personajes es algo que desconoce el autor de esta página. Ni viene a cuento. El caso es que en aquella remotísima tarde de comienzos del siglo pasado, Alberto Yarini dio, a su modo y sin medir las consecuencias, una formidable lección en defensa del orgullo y la dignidad de la nación.EL SOLDADOJesús Rabí se llamaba en realidad Jesús Sablón, pero adoptó ese apellido por el sobrenombre con que se identificaba su padre. Nació en Jiguaní, Oriente, el 24 de junio de 1845 y el 13 de octubre de 1868, tres días después del Grito de Yara, se incorporó como soldado a la tropa de Donato Mármol. El 15 entró en combate por primera vez y el 26 estuvo al lado de Máximo Gómez en su primera carga al machete en Pino de Baire. En 1872 Rabí era ya capitán, y comandante en el 74.El 6 de septiembre del propio año acompañó a Calixto García en San Antonio de Baja, a 26 km. al suroeste de Manzanillo, cuando el campamento insurrecto fue rodeado por una tropa superior en número. Calixto ordenó a Rabí que sostuviera el fuego a fin de dar tiempo a evacuar la posición. Lo hizo Rabí con 12 soldados, pero no pudo evitar la entrada del enemigo ni socorrer a su jefe, que había perdido ya su cabalgadura, por lo nutrido de la fusilería española. Fue entonces que Calixto, aislado y a punto de caer en manos del adversario, intentó suicidarse. Se dio un tiro en la barbilla que le salió por la frente.Rabí participó en la Protesta de Baraguá (1878) y fue ascendido a teniente coronel, y también en la llamada Conspiración de la Paz del Manganeso, en 1890. En el 95 se alzó en armas el mismo 24 de febrero y el 26, por aclamación de la tropa, asumió el mando de las fuerzas sublevadas en Baire y Jiguaní. En Los Negros infligió una sonada derrota a un batallón del regimiento Hernán Cortés mandado por el coronel Zbikowsky, un ruso al servicio de España. Y era ya general de brigada cuando intervino en la batalla de Peralejo (13 de julio de 1895) donde Maceo se enfrentó al capitán general Arsenio Martínez Campos y ocasionó unas 400 bajas a los españoles.En 1896 Rabí es ascendido a mayor general. Más adelante, en 1898, y otra vez bajo las órdenes de Calixto García, será el segundo jefe de la agrupación de tropas que se creó con vistas a la Campaña de Santiago de Cuba.Murió en Bayamo, el 6 de diciembre de 1915.EL ECOBIOAlberto Yarini nació en La Habana, en 1884. Estudió en los mejores colegios de la capital y prosiguió sus estudios en Estados Unidos. En 1900 regresó a la Isla. Su padre, un prestigioso dentista y profesor universitario, se empeñó en que siguiera sus pasos, pero Yarini no acató la voluntad paterna. Tenía dos pasiones: la política y las mujeres. La primera lo llevaría a afiliarse al Partido Conservador y a prepararse para aspirar a un acta de Representante a la Cámara como escalón inicial de la confesada ambición de alcanzar un día la presidencia de la República. La segunda, dice Leonardo Padura en un reportaje espléndido, lo convirtió en el más ranqueado accionista del amor rentado. Cuando lo asesinaron tenía 11 mujeres bajo su égida y unas 25 llevaban tatuadas en alguna parte de su cuerpo las iniciales de Alberto Yarini.Gustaba del arroz con leche y de los coquitos prietos, y tomaba sopa, plato que según la tradición no ingieren los guapos. Pero fuera de toda discusión guapo sí era Yarini, y hombre hasta el final y buen amigo. Quince negras viejas, santeras o retiradas de la prostitución, tenían techo seguro gracias a su bolsillo generoso. Y los ñáñigos no olvidaban su contribución sin reservas al entierro de Aniceto Lambarri, jefe de la potencia macaró efot. Por eso, para ellos, era el gran ecobio blanco.Pero Yarini, escribe Padura, cometió al final de su vida una serie de torpezas inconcebibles no ya en un chulo de su categoría sino en un hombre de su posición social. Se enamoró de la pequeña Bertha, una prostituta francesa que era controlada por el apache Louis Lotot. Se la arrebató al francés y un día se personó en su casa y pidió que le entregaran la ropa de la muchacha. Todo hubiera quedado ahí si aquella tarde, mientras paseaba a sus dos San Bernardo, no se hubiese detenido ante la puerta de Lotot para gritarle que cuidase de sus otras mujeres porque Bertha sola no bastaba  para calmarle la calentura.El francés tenía su filosofía ante la vida. Decía: De las mujeres se vive, pero no se muere por ellas. Aquella ofensa, sin embargo, era más de lo que Lotot podía soportar.  Cuando la escuchó, salió a la calle y dijo al cubano: Yarini, yo me voy a morir una sola vez. Y con esas palabras selló la suerte de su rival.Al día siguiente, el 21 de noviembre de 1910, Lotot y uno de sus secuaces sorprendían a traición a Yarini mientras recorría la calle San Isidro, su feudo. Yarini y su acompañante lograron ripostar la agresión y el francés cayó fulminado por un tiro que le abrió la frente. Pero tres disparos habían ido a cebarse en el cuerpo del afamado chulo cubano, aquel hombre que “deslumbró por su belleza, educación y virilidad”. Murió el 22, a las 11 de la noche. Tenía 26 años de edad. Su entierro fue una de las mayores manifestaciones de duelo que conoció La Habana.A PUÑO LIMPIOCómo y por qué se entrecruzaron los destinos de Rabí y Yarini es algo que aún está por averiguarse. El caso es que aquella tarde de comienzos del siglo pasado mientras que el general conversaba con un grupo de jóvenes en El Cosmopolita, dos extranjeros, desde una mesa cercana, hacían burlas del patriota negro. Yarini se percató de ello y pidió al grupo trasladarse a otro sitio. Ya fuera del café, volvió sobre sus pasos y se acercó a los dos extranjeros. En perfecto inglés les dijo: ¡Ese negro es un héroe de mi país y hay que respetarlo!Entonces, sin pensarlo mucho, se echó hacia atrás como buscando impulso, levantó rápido el brazo derecho y proyectó el puño una, dos, tres veces, contra el rostro del que más se había burlado del cubano.Al día siguiente los periódicos anunciaban que en la Acera del Louvre un joven distinguido y de buena familia le había roto la nariz y la mandíbula al Encargado de Negocios de la embajada norteamericana en La Habana.       

2 comentarios

Rosabal -

Vi la pelicula los dioses rotos y a la verdad fue tremendo patriota y hombre

giovanni el de belen -

todavia deanbulam los chulos y las prostitutas en san isidro, belen, todavia quedan muchos yarinis, la habana es 1 misterio, ser chulo es 1 carrera, puta 1 licenciatura, hay que vivir de las mujeres y no morir por ellas, lo que a veces viene 1 diabla y perdes la cabeza eso creo que le paso al ecobio yarini con la bertica, descansa en paz men que tu nombre sigue sonando en las calles de la habana, nuestra habana, esto de ser gigolo no lo va a detener ningun palestino policia hijos de puta