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En la primera fila del documental

En la primera fila del documental

Ciro Bianchi Ross

 

 

Hay una crónica memorable del gran escritor cubano Onelio Jorge Cardoso. Corren los primeros tiempos de la Revolución, se ha construido en un llano de la Sierra Maestra una ciudad escolar y grupos de niños bajan de la montaña para ocupar sus aulas. Uno de esos grupos queda rezagado,  lo sorprende la noche en el camino y a medida que se acercan los niños que lo conforman van viendo desde arriba las luces del centro de estudios. Oye, dice un niño a otro, mira qué bajitas tiene las estrellas ese pueblo. Ninguno  había asistido  a una escuela. Ninguno conocía la luz eléctrica.

            Un pasaje tan emocionante y conmovedor como ese lograría el cineasta Octavio Cortázar cuando en un documental filmado en 1967 atrapó  las reacciones de niños y adultos –risas, asombro, llanto-  que, con la exhibición de una película de Chaplin, se enfrentaban por primera vez a la magia del cine. Comenzaba la humana experiencia del Cine Móvil, que llevó el cinematógrafo a lugares inextricables de la geografía cubana, donde tampoco llegaba la televisión, y Por primera vez, de Octavio Cortázar, devino un documental sencillamente clásico.

            Hoy no se puede hablar del documental en Cuba sin mencionar el nombre del también autor de Al sur del Maniadero,  Acerca de un personaje que unos llaman San Lázaro y otros Babalú, El programa del Moncada, ¿OVNIS en Cuba? Cincuenta años de misterio y Hablando del punto cubano, entre otros muchos títulos con los que se empeñó en dejar una memoria fílmica de la Revolución y el país. En sus más de setenta películas supo superar lo factual para legar un hecho artístico trabajado con agudeza y sensibilidad. Este año había vuelto a nominarse a Octavio Cortázar para el Premio Nacional de Cine. Su muerte repentina, a los 72 años de edad, lo privó de la posibilidad de merecer el galardón.

            Vivió para el cine, al que siempre consideró un arte maravilloso, y lo amó desde antes de que comenzara a expresarse en él, confesó en una entrevista. Se inició en la televisión y en el Instituto del Arte y de la Industria Cinematográficos trabajó como asistente de dirección de Tomás Gutiérrez Alea y el legendario Santiago Álvarez le confió la realización de algunos Noticieros ICAIC. Luego, en la Universidad Carolina de Praga,  estudió dirección cinematográfica.

            Incursionó Cortázar en la ficción. Su primera cinta en esta línea fue El brigadista (1977) que le valió el reconocimiento de la crítica y una larga cadena de premios en festivales internacionales. Un joven de procedencia urbana llega, en ese filme,  como maestro  alfabetizador a un poblado rural y no solo deberá adaptarse a un medio totalmente nuevo y desconocido para él, sino enfrentar la resistencia que, por su juventud,  le oponen los moradores de la zona. A ella siguieron Guardafronteras (1980)  y Derecho de asilo (1994). Guardafronteras, una de las películas más taquilleras del cine cubano –la vieron en su momento más de un millón y medio de personas- cuenta la historia de un grupo de jóvenes combatientes que reciben la misión de custodiar una estratégica isleta del archipiélago cubano. Su sargento, un veterano del Ejercito Rebelde al que apodan Pata Peluda, quiere hacer de ellos verdaderos soldados, lo que genera toda una serie de contradicciones. Derecho de asilo, inspirada en el relato homónimo de Alejo Carpentier y con Jorge Perugorría al frente de un elenco de actores cubanos de primer nivel, es una historia de astucias, pasiones e intrigas, en la que un hombre varía su destino al variar el destino de los demás.

            Mucho trabajó en el campo de la enseñanza. Estuvo Cortázar  entre los fundadores de la Escuela Internacional de Cine y TV, de San Antonio de los Baños, de la que seguía siendo profesor, e impartía clases asimismo en el Instituto Superior de Arte. Agudos y orientadores eran sus comentarios en el programa televisivo Cine documental, que condujo durante años.

            Su quehacer al frente de la productora de documentales Hurón Azul hizo cotidiana su presencia, durante los años más recientes,  en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Pese a lo apretado de su agenda, Cortázar parecía tener siempre a su disposición todo el tiempo del mundo para la conversación inteligente y el consejo oportuno. Yo debía entrevistarlo para el periódico Orbe  con el pretexto del venidero Festival Internacional de Documentales Santiago Álvarez in memoria. No pude hacerlo porque cuando lo procuré había salido ya rumbo a España, donde impartiría un curso sobre dirección de cine. Allí lo sorprendió la muerte. Un infarto cardíaco lo privó de la vida. Sus cenizas serán traídas a Cuba.  

            A mediados de los años 50, un grupo de jóvenes realizadores, entre los que figuraban Julio García Espinosa y Alfredo Guevara, se fue  a la Ciénaga de Zapata y filmó el documental El mégano, sobre la vida de los cenagueros. Mostraba una realidad tan inhumana, que la dictadura batistiana prohibió su exhibición. El nuevo cine cubano que, a partir de ahí, cobró vida en 1959, dio mucha importancia al cine documental. Octavio Cortázar, como uno de sus nombres más sólidos,  se insertó en lo fundamental en esa brecha y legó una obra sobre la que habrá que volver para seguir sabiendo cómo somos.

           

             

 

2 comentarios

Juan M. Garcia -

Hola:
Nestor, quien escribe un blog en Santa Fe, Argentina, me honró con el Premio Dardo 2008, el cual quisiera compartir usted. Le invito a visitar mi blog Desde Cuba (http://desde-cuba.blogspot.com).
Saludos,
Juan

DAVID G.ALGILAGA -

Discúlpeme si no comento este artículo, sinó otro. Me refiero al de COLLAR Y BARBERÁN. De siempre he vivido en C/Aviador Collar de Figueres (Alt Empordà, Girona, Catalunya, España), y este año, junto a otras personas, estamos realitzando pequeños y modestos actos relacionados con el 75 aniversario del vuelo del "Cuatro Vientos". Me interesaria mucho intercambiar opiniones con usted. Si pudiese ponerme en contacto...
Gracias